
Nada hay tan atroz como la guerra, y nada tan persistente. Colombia es un buen ejemplo de la perpetuación de un conflicto armado que se degrada, afectando sin consideración a los civiles. Esta guerra, además de prolongada y cruel, es una guerra profundamente masculina. Ejércitos de derecha y de izquierda se combaten mutuamente por conquistar un poder que finalmente todos ejercen de manera excluyente...