domingo, 17 de marzo de 2013

Bordamos Feminicidios




Ciudad de México. Un colectivo de mujeres encontró en el bordado una forma de darle una nueva dimensión a la protesta por los feminicidios en México; la iniciativa, que crea vínculos íntimos entre las vivas y las que nos arrebataron, se extiende por varios países y devuelve el nombre y la historia a las asesinadas.
México es un tapiz de amplia diversidad, pues es rico en recursos naturales y universos culturales. Sin embargo, frente a este paisaje existe una situación grave en materia de derechos humanos. El sistema de justicia en México es un aparato ineficaz, pues carece de capacidad para garantizar a sus habitantes el acceso a la justicia y la seguridad.  Una de las realidades que responden a esta situación es el feminicidio, que en México es una constante. Lugares como Ciudad Juárez, Chihuahua, se conocen en el país y en el mundo por los cientos de casos de mujeres asesinadas y desaparecidas, que aún están impunes. Por desgracia, esta problemática ha crecido y en estados como Veracruz, Hidalgo, Estado de México, Tlaxcala, Chiapas, entre otros, los feminicidios se han convertido en un delito recurrente. En este contexto es que Bordamos Feminicidios tiende sus hilos, un movimiento de mujeres que tiene como propósito visibilizar esta grave situación de violencia.
La primera puntada
En noviembre de 2012 la presidencia de Felipe Calderón estaba por concluir. Emergió entonces una iniciativa llamada Bordando por la Paz, de la cual forma parte Bordamos Feminicidios. Dichas iniciativas promovieron “despedir” al mandatario con una manifestación pacífica que implicaba la exposición de miles de pañuelos bordados. Cada pedazo de tela debería llevar bordado el nombre de una persona asesinada o desaparecida durante el sexenio, que terminó con un saldo de más de 90 mil muertos y 26 mil personas desparecidas.
Bordamos Feminicidios decidió centrar su trabajo, como su nombre lo indica, en los casos de los asesinatos de mujeres. Si bien es cierto que el origen de este movimiento comenzó con un objetivo muy específico, el de la despedida de Calderón, su incidencia sobrepasó a esta fecha y se convirtió en una herramienta de sensibilización y educación.
Estudios de diferentes organizaciones y académicos concluyen que ser mujer en México implica la disminución de oportunidades y la exposición a situaciones de violencia y desigualdad. Según Amnistía Internacional, en su informe anual de 2012, en este país “la violencia contra las mujeres siguió siendo generalizada. Se denunció un gran número de homicidios de mujeres en muchos estados y los responsables siguieron eludiendo la justicia en la mayor parte de los casos. La legislación que mejoraba el acceso a la justicia y la seguridad para las mujeres en situación de riesgo siguió siendo inefectiva en muchas zonas.”
Bordamos Feminicidios tiene presencia en estados como Chihuahua, Estado de México, Morelos, Veracruz, entre otros, e incluso en otros países. Los pañuelos se han expuesto en plazas públicas como la Alameda o el Zócalo de la Ciudad de México. Sin embargo, dice Minerva, integrante de Bordando, “independientemente de que sí se exponen y cada vez nos los piden más y nos hacen documentales, no es el ojo externo el más importante. La relación que se hace entre la bordadora y la bordada alcanza una intimidad gruesa”.
El hilo
Este colectivo se reúne en torno a la historia de otras mujeres, que aunque ya no están físicamente siguen enseñando sobre el ser mujer. Bordar es una de las actividades más antiguas en la historia humana; el fin del bordado ha sido, casi siempre, dar vida a las prendas mediante la unión de hilos, colores, texturas y puntadas. Sin embargo, los paños de tela de Bordamos feminicidios son pañuelos que se bordan con la vida misma, con la historia y el corazón de cientos de mujeres.
El hilo con que se bordan los pañuelos es el feminicidio. De acuerdo a Minerva, “es un gran avance que se hable de feminicidios.” Es importante recordar que este término comenzó a usarse a partir de 1990 en la literatura feminista y que el feminicidio es la máxima expresión del odio hacia las mujeres. Esta privación de la vida es el ápice de una espiral ascendente de violencia naturalizada. Entre hombres y mujeres se han interiorizado y aceptado como “normales” las ofensas verbales (como los pseudo-piropos que recibe una mujer en la calle) y las golpizas físicas o emocionales, por ejemplo. La interiorización se da en grado tal que en casos de acoso o abuso sexual se justifica el acto diciendo que las mujeres son responsables de incentivar dicha conducta.
En este colectivo las bordadoras dan a estos asesinatos una nueva dimensión. Minerva dice que “a través de un bordado se mezcla lo bello y lo espantoso, la vida con la muerte y las vivas con las muertas”. Es mediante un pañuelo que las voces acalladas de cientos de mujeres, se transmutan en palabras y colores para contar su historia y para enseñarnos a las y los vivos.


Los colores
En el muro de Facebook de Bordamos Feminicidios aparece un post que dice: “Terminé”. Tiene adjunta la foto de un pañuelo bordado con esta historia: “26/05/2007 Nuevo León. Brenda Castillejos Luna, tenía entre 25 y 30 años y trabajaba como mesera. Me mató Alberto Rodríguez Lozano, con quien mantenía una relación. Me golpeó, me quemo el tórax y me estranguló”. El nombre de Brenda está teñido de color morado y por su tamaño destaca de entre las demás palabras. Minerva dice: “elegimos bordar a las mujeres en color morado porque es el color del feminismo y de la transmutación”.
Las historias de los pañuelos se bordan en primera persona, pues estos lienzos visibilizan a las muertas, es decir, se relega el número tras el que quedan su nombre y su historia. Hoy son más de 280 mujeres-pañuelos, que han vuelto llenas de paz, capaces de combatir sus miedos, a exigir justicia y ayudarnos a las vivas a combatir los nuestros.
Minerva cuenta que “le dedicamos un tiempo a ella, un tiempo del que le robaron, quince minutos, una hora. Es un momento de intimidad”. La relación que se teje entre la vida y la muerte a través de la elaboración de estos pañuelos engendra el conocimiento. Mujeres que nunca antes se habían cuestionado sobre el feminicidio, al bordar se preguntan sobre sus derechos y su ser mismo, pues las historias que están contando con sus puntadas traspasan a su vida cotidiana.
Uno de los acuerdos que tienen estas bordadoras es llevar consigo su labor. Es en el camión, la reunión familiar, la sala de espera o el metro, que otras personas se enteran y comienzan a participar. Los medios electrónicos han hecho su aporte, pues es común que al término del pañuelo se postee una foto, que da pie a preguntas, comentarios y a que más personas se interesen en bordar. La respuesta ha sido favorable y cada vez más mujeres escriben para sumarse a la tarea de Bordamos Feminicidios, lo cual representa un reto pues la logística recae sobre unos pocos hombros, sin embargo y aunque a pasos pausados, el trabajo sigue.
Las puntadas
Para bordar se necesita como ingrediente indispensable, dice Minerva, “saber acompañar; no importa si nunca antes has bordado”. Los casos que se bordan provienen del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, organización dedicada a la documentación y sistematización para la incidencia. Después que la bordadora se pone en contacto con Bordamos Feminicidios se le entrega el caso que bordará. La mujer bordada se nutre de la lectura que la bordadora hace de su caso e incluso de la investigación que ésta realiza por su cuenta. Es entonces cuando se dimensiona la importancia del saber acompañar. La experiencia trastoca la vida cotidiana y acerca a estas dos mujeres que dejan como testimonio de su relación un pañuelo lleno de colores, flores, estrellas, o cruces en la tela, símbolos del afecto y convivencia.
Esta actividad ha traspasado las fronteras y en países como España, Argentina y Guatemala, también se están dando puntadas por los feminicidios de mujeres mexicanas. Particularmente, la experiencia con Guatemala es sobresaliente, pues han decidido en un mismo pañuelo bordar dos casos similares, uno guatemalteco y otro mexicano. Minerva dice: “es increíble que a kilómetros de distancia, dos hombres totalmente diferentes decidan matar a una mujer por razones similares y de manera similares”.
La humanidad tiene una gran deuda con estas mujeres, porque su ausencia nos falta a todas. Las bordadoras que conforman Bordamos Feminicidios han encontrado en esta práctica un medio para exigir y luchar por justicia; pero también han dado un primer paso para transformar el día a día y tener una vida libre de violencia.
Por otro lado, estos pañuelos brindan la posibilidad de “des-victimizar” a las mujeres asesinadas. Donde los medios, el aparato de justicia y la sociedad encuentran horror, donde se criminaliza a estas mujeres, Bordamos Feminicidios encuentra historias. Se les conoce por sus nombres, su trabajo, sus gustos. En los pañuelos quedan horas de convivencia entre las mujeres de ayer y las de hoy, colores, cariños, tiempo. Entre las mujeres/pañuelos y las mujeres/bordadoras se forma un una voz tan fuerte que ni la muerte misma puede enmudecer.
Publicado el 11 de marzo de 2013

http://desinformemonos.org/2013/03/bordando-por-la-vida-y-la-justicia/
http://www.facebook.com/photo.php?fbid=102025593299585&set=a.102025586632919.5011.100004764334620&type=1&theater

2 comentarios:

  1. En la época de internet en el que se cuentan miles de historias que rapidamente se sustituyen por otras miles más actuales, me parece una idea genial dedicar tiempo a la historia que se cuenta (porque cada puntada requiere un tiempo) creando una obra de arte en forma de pañuelo y haciendo eterna la vida de las mujeres asesinadas. Las mujeres podemos usar nuestros pañuelos para contar nuestra historia y al contarla hacerla visible y así poder cambiarla.

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    1. Seguro que el mismo bordado es un acto sanador ,ademas de tener bellos resultados . Hay un libro sobre el tema con los borbados magnifico que recomiendo . Gracias Ana por pasarte por aca.

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